Un Mundo Ideal, Un Mundo Real
Salmos 128:1-3 PDT: “Afortunado todo el que respeta al SEÑOR, todo el que sigue el camino de Dios. Disfrutarás del fruto de tu trabajo, serás feliz y te irá bien en la vida. En tu hogar, tu mujer será como una vid llena de uvas; tus hijos, alrededor de tu mesa, serán como plantas de olivo.”

La primera impresión que me da este pasaje me lleva a pensar en una canción de fantasía que se llama un mundo ideal. Si no me tomara el tiempo en meditar en cada palabra de este capítulo de salmos, podría simplemente decir lo que en la superficie se ve, que aquel hombre que teme al Señor, su conducta así lo refleja y por tanto, todo el fruto de su trabajo y de su casa será prosperado, bendecido, y el tal será un hombre afortunado, colorín colorado este devocional ha terminado.

Pero la verdad es que la biblia nunca nos plantea un mundo de fantasía y menos cuando de familia se trata, porque no existe ni ha existido la familia perfecta, ni siquiera la familia de Jesús lo fue, ni lo es (la terrenal, la espiritual), ese es el mundo real. Por supuesto, no podemos dejar de lado que un hombre es afortunado cuando honra al Señor con su temor y su obediencia, por eso los frutos en su vida son de bendición, podrá verlos, disfrutarlos, producto de su decisión de vida ante el Señor, pero no depende de este hombre que cada uno de esos frutos, como lo es la familia pueda ser igualmente afortunada, porque así como la salvación es un tema personal, la decisión de reflejar coherentemente una vida que teme al Señor también lo es.

Y para no hacer acepción de personas, hoy quiero hablar como hija, un rol que todos tenemos, estén o no vivos nuestros padres, porque a muchos se nos pasa la vida desprendiéndonos de nuestra responsabilidad, de los errores y fracasos producto de nuestras decisiones y elecciones, y nos dedicamos a echarle la culpa a nuestros padres por la vida que tenemos, por lo que somos, por la herencia que nos dieron o nos dieron, lo cual es digno de una naturaleza caída y del sentimiento de orfandad de la paternidad de Dios.

Si bien, la planta de olivo esta sujeta a una raíz, no todas sus ramas tienen la posibilidad de dar fruto, este depende de varios factores a su alrededor, que pueden ser poco o muy favorables, no obstante, muchas ramas pueden alcanzar la madurez suficiente para darlo, de tal forma que se obtengan los olivos y se llegue al producto final, el aceite. La biblia nos enseña que toda vida humana tiene una base de sufrimiento, instintivamente lo que nos lleva a huir del sufrimiento es eludir nuestra responsabilidad, preferimos ponerla en otros para evitar decir, soy lo que soy y tengo lo que tengo porque fue mi decisión, así escogí vivir.

Pensar en esto no exime a los padres de sus responsabilidades, pero el rendir cuentas de ellas sólo debe hacerse ante Dios, el único Juez Justo del hombre. Como hijos tenemos dos opciones, o nos pasamos la vida echándole la culpa a nuestros padres de todo lo que no fueron o no nos dieron, o asumimos nuestra posición delante de Dios como sus hijos, que al nacer de nuevo y hacerle Señor de nuestra vida, es él quien tiene el poder de hacer nuevas todas las cosas si le obedecemos, y vivir como las nuevas criaturas por las que Cristo pago el precio. Eludir nuestra responsabilidad en nuestro papel de hijos de Dios frente a nuestra vida por estar poniendo culpas en otros, nos impide explorar todo el potencial que Dios a puesto en nosotros, que llega a verse como ese aceite de oliva.

La naturaleza del olivo es dar fruto, pero esto no llega a suceder si sus ramas no maduran y resisten al viento, a la lluvia, al sol, la sequía, aún la poda de muchas ramas, que resulta dolorosa, pero necesaria. Quizás, como hijos terrenales preferimos pasarnos la vida culpando a nuestros padres, que asumir nuestro rol como hijos de Dios y disfrutar del fruto que en el proceso, que incluye sufrimiento, podemos dar. Es tiempo de asumir responsabilidades, dejar de culpar y madurar como hijos de Dios, ¿prefieres el camino del fruto o el camino de la rama que poco a poco termina por secarse?

Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (KMR)

Leave a Reply

Your email address will not be published.