Hoy hablaremos de Nicodemo, un Judío Fariseo que teniendo de sobra lo que este mundo ofrece, se da cuenta que con todo el poder y la fama atesorado en la tierra no hallaba la felicidad plena y sale al encuentro de la verdad; cabe resaltar que, por temor a judíos influyentes como él, Nicodemo optó por buscar un encuentro nocturno y secreto con Jesús, pues estaba intrigado por las señales maravillosas de su obra, pero con la certeza de que estas tan solo podían venir de Dios:
Juan 3:1-7 RVR60 “Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu,espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo”
Es evidente que nuestro Señor Jesucristo amaba a Nicodemo, ya que ha sido de los pocos en recibir un secreto de su boca propia y de la manera enfática como rara vez solía Él hacer. Cuando Jesús afirma y reafirma: “De cierto, de cierto te digo” está indicando que lo que va a instruir es algo verdaderamente trascendental. Solo seis veces en la Biblia Jesús afirma y reafirma: “De cierto, de cierto te digo” y dos de estas fue a Nicodemo, hablando del tema central de la salvación: El Nuevo Nacimiento.
Nicodemo anhelaba ser salvo, y el Señor Jesús fue muy claro al indicarle que para serlo debía nacer del Espíritu. Este principio se mantiene en los nuevos comienzos, y para que el Reino de Dios se establezca en cada área de nuestra vida debemos renacer en Dios en cada una de estas. Hemos recibido una enseñanza poderosa respecto al reinicio en Dios, y los tres pasos para que éste se dé; que bueno es aplicarlo a la luz de este pasaje:
- Reconozcamos nuestras fallas. La obra redentora de Cristo en la Cruz del calvario concedió el perdón de pecados, por lo que todo Aquel que recibe la salvación en Jesús debe discernir su propio pecado y en arrepentimiento permitir que sea cubierto la sangre del cordero de Dios, allí nace de nuevo por la obra vivificadora del Espíritu Santo, pasando de muerte a vida en el Espíritu. Así mismo, todo aquello que necesita renacer en nosotros, debe pasar por este proceso de resurrección que implica el arrepentimiento verdadero, sacando de lo más profundo de nuestro corazón y nuestros hábitos los comportamientos a los que debemos renunciar; para que cualquier área de nuestra vida nazca de nuevo, debemos limpiarla, debemos entender que mucho de lo construido es carne y carne será, por lo que es tiempo de desechar la antigua construcción; es como cuando nos trasladamos de una casa a otra y seleccionamos lo que llevamos y lo que botamos; es preciso dar el giro.
- Atendamos los comandos de Dios, Una vez tengamos identificado todo aquello que nos mantienen atados a la carne, vamos a pedirle a Dios con oración, clamor, ayuno y su Palabra, para que con su misericordia nos dote de su armadura. El nuevo nacimiento de esos sueños se dará cuando sobre ellos apliquemos con rigor la palabra de Dios, porque seremos libres de todo yugo del enemigo. Nicodemo fue un hombre libre en Cristo, las Escrituras lo mencionan tres veces; la primera que recién conocimos, la segunda enfrentando el azote de los fariseos por defender la doctrina de Jesús, y luego fue él mismo Nicodemo quien financió en compañía de otros la sepultura de Jesús, este hombre nacido de nuevo, también experimentó el nuevo comienzo de su ministerio a Dios, pues pasó de ser un fariseo consagrado a un verdadero discípulo de Cristo.
- Elevemos un Altar a Dios, los nuevos comienzos en nuestra vida implican mantener la llama encendida de la verdadera adoración, pues aquello que es nacido de Espíritu lo seguirá siendo, viene de Dios y va hacía Dios. No olvidemos que la consagración total de cada una de nuestras áreas es la que garantiza la victoria en ellas.
Juan 3:1-7 RVR60 “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu,espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo”
Aunque a Nicodemo no le fue sencillo comprender el concepto de nacer de nuevo para salvación, por la obra redentora del Espíritu Santo hoy podemos vernos renacidos en Cristo y entendiendo que solo Él tiene el poder para hollar todo aquello que hallamos edificado en la carne, vivificando nuestros sueños y proyectos en su Espíritu Santo. Danos Señor la fuerza y la sabiduría para detectar aquello que nos ata a la carne y que nos impide renacer día a día en tu Reino, danos las armas, las fuerzas y la instrucción para enfrentar nuestras fallas, reemplazando nuestros malos hábitos con aquellos que se alinean a los tuyos. Amén.
Devocionales Refúgiate en su Palabra – Casa de Refugio- 2022 (FJCG)
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