“Y puso mi boca como espada afilada, me cubrió con la sombra de su mano. Me puso por saeta aguda, me guardó en su aljaba. Me dijo: Mi siervo eres, Israel, porque en ti me gloriaré.” (Isaías 49:2-3 RVR95)
Desde que el pecado se introdujo en la creación, el hombre ha tratado de esconderse de Dios (Génesis 3:10), pero esto es realmente imposible.
“¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?” (Salmos 139:7 RVR95)
Y no solamente buscamos un escondite cuando hemos fallado, hemos aprendido que también lo necesitamos en tiempos de dificultad. Dios tiene un lugar secreto para cada uno y de acuerdo con nuestra necesidad, allí seremos sanados, perdonados, restaurados o, seremos como El…
Hoy finalizamos nuestra serie: Un Refugio. Si has prestado atención, cada uno de estos lugares son escondederos que buscan llevarnos más y más a la madurez en Cristo. En Sus Alas, en Su Presencia, en Su morada y en Su Nombre son refugios que buscan acercarnos a Dios como Padre, podemos acercarnos a ellos como niños que necesitan desesperadamente la ayuda de papá para salir de una situación o superarla.
Ahora, escondidos en la sombre de Su mano, Dios quiere que vayamos al mundo y seamos un instrumento, una flecha cargada de su poder. En Su mano El hará nuestra boca como una saeta porque Él quiere poner Su palabra en nuestra boca para vencer al enemigo.
“porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas…” (2 Corintios 10:4 RVR95)
No acudimos a ninguno de estos refugios porque estemos derrotados, sólo porque queremos y necesitamos ser perfeccionados en su amor, bajo su cuidado, para poder ser usados por El.
Una vez hemos pasado por estos escondederos, y nos refugiamos en Su mano, Él nos guarda en su aljaba (la bolsa donde los arqueros guardaban sus flechas), y allí debemos esperar para ser usados en Su arco, pero es necesario reitero, crecer y madurar primero en los otros refugios para que así, alimentados y llenos de la Palabra de Dios, podamos ser saetas que hieren y destruyen los planes y obras del enemigo. Porque ningún padre avienta a su hijo a la vida, siendo un niño pequeño e indefenso, primero el niño es educado en casa, aprende principios, valores, aprende de la vida, a caminar, a caerse y levantarse, aprender de sus padres, a su lado, observándolos en el día a día para luego, salir a enfrentarse con la realidad.
Esto hace parte de nuestra vida cristiana porque somos siervos de Dios, “Mi siervo eres, Israel (pon tu nombre aquí), porque en ti me gloriaré…” y ¿qué siervo no quiere ver sobre sí la gloria de su rey?
Padre bueno, gracias porque la buena obra que empiezas en nosotros la perfeccionas cada día, porque en Ti encontramos refugio seguro, porque para cada momento de la vida Tu eres suficiente y tienes un lugar propicio para nosotros, para cuidarnos, para enseñarnos de Ti, un lugar para ser transformados y ser usados por Ti, qué privilegio ser una saeta de Tu aljaba Jehová de los Ejércitos, gracias Señor porque aunque somos tan viles, te place gloriarte en nosotros y hacernos siervos útiles para tu reino, úsanos Señor, queremos ser saetas cargadas de Tu palabra para este mundo, en el nombre de Jesús, ¡Amén!
KMR – Casa de Refugio
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