“Cuídame como cuidarías a tus propios ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas.” (Salmos 17:8 NTV)
Aunque quisiéramos que la vida fuera una eterna primavera, el frío del invierno y las fuertes tormentas nos recuerdan que necesitamos un refugio seguro, no podemos atravesarlos a la intemperie porque no lo resistiríamos. Y si la vida nos presenta tormentas, Dios quiere que en medio de ellas tengamos un refugio. El es la fuente de nuestro refugio, no la fuente de nuestra tormenta.
El salmo 17 nos revela algo, Dios tiene alas y estas son un gran escondedero para nosotros. Si esto te resulta extraño, mira los siguientes pasajes: Jesús lo dijo en Jerusalén (Mateo 23:37), Dios mismo dice que es como águila (Deuteronomio 32:11) y una figura del Espíritu Santo es la paloma (Marcos 1:10).
Las plumas de las aves tienen una parte suave con puntas rígidas y pequeños ganchos que se entrelazan como una cremallera, también una parte esponjosa que se encarga de dar calor. Ambas partes protegen al ave del viento y la lluvia. Entonces, pensar estar bajo unas alas sugiere protección, el propósito de Dios al ponerte bajo Sus alas es protegerte, ponerte a salvo junto a Él. En el hebreo la palabra “ala” también puede utilizarse en un sentido figurado como “falda”, al referirse a estar “al pie de…” Dios quiere ponerte junto a El y cubrirte con Sus alas para protegerte en medio de la tormenta. “Con sus plumas te cubrirá y debajo de sus alas estarás seguro…” (Salmos 91:4 RVR95)
Los momentos que vivía David mientras escribía este salmo, sin duda eran de mucha presión. Todos tenemos que enfrentar en algún momento tormentas, son un tiempo en el que se estremecen los cimientos, nuestra confianza crece o se quebranta, es un tiempo permitido para que aumente nuestra medida de fe. Jesús mismo lo dijo: “Descendió la lluvia, vinieron los ríos, soplaron vientos y golpearon contra aquella casa; pero no cayó, porque estaba cimentada sobre la roca.” (Mateo 7:25 RVR95)
¿Y qué encontramos en este lugar de refugio? En sus alas somos provistos de gozo. La Palabra nos enseña que el gozo del Señor es nuestra fortaleza, pero durante el tiempo de tormenta es muy probable que este mengüe. Sin embargo, cuando decidimos refugiarnos en las alas de Dios, Su amor Paternal disipa nuestros miedos, nuestras frustraciones, podemos descansar y aunque sigan golpeando fuertes vientos y la lluvia arrecie, en la sombra de Sus alas encontraremos gozo. “Porque has sido mi socorro y así en la sombra de tus alas me regocijaré.” (Salmos 63:7 RVR95)
Como siempre, con Dios no hay límites. Podemos permanecer en Sus alas hasta que nuestro gozo sea restaurado y pase el quebrantamiento: “Ten misericordia de mí, Dios, ten misericordia de mí, porque en ti ha confiado mi alma y en la sombra de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos.” (Salmos 57:1 RVR95)
Acudir a este refugio también requiere de confianza, porque mientras estamos allí, no podemos ver qué pasa afuera, pero podemos estar confiados que Dios sigue obrando. Es decir, mientras estamos bajo Sus alas podemos confiar que la tormenta pasa y cuando salgamos, iremos directo a una victoria porque Papá se ha encargado de todo.
Y si Papá se encarga de todo, tenemos un premio cuando esperamos bajo Sus alas. Además de la experiencia de David, la biblia nos enseña que una mujer también se refugió allí y su espera tuvo grandes resultados: “que Jehová te recompense por ello, y que recibas tu premio de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte.” (Rut 2:12 RVR95) Si Ruth, la historia de amor más hermosa de todos los tiempos, en la que Dios nos enseña que, aunque perdamos todo y no veamos ninguna esperanza, Él puede redimirnos y restituir mucho más de lo que perdimos mientras permanecemos bajos sus alas.
KMR – Casa de Refugio
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