La pascua es la celebración de un nuevo comienzo, el comienzo de la liberación de la esclavitud y salvación de nuestra sentencia de muerte a causa del pecado. Su inicio se generó cuando Dios liberó de la esclavitud de Egipto al pueblo de Israel, dándoles un nuevo comienzo en Dios.
Sin embargo hoy, la celebración de la pascua debe ser individual, pues debe ser celebrada por quiénes creemos en Cristo, y creer en Él es una decisión personal, por eso a pesar de ser luz en nuestra casa, cada uno de nuestros allegados debe comer por sí mismo de ella.
Volviendo al pasaje central, Jesús se sienta a la mesa con sus discípulos para comer la pascua y habla sobre la traición de uno de ellos. Al preguntar Judas si sería él quién lo entregaría, Jesús responde: “tú lo has dicho” y es impresionante ver cómo a pesar de esta confirmación, Jesús comparte la cena con él. Es inevitable reflexionar sobre cuántas veces hemos traicionado al Señor con nuestros pecados, con nuestras palabras, obras y pensamientos, cuántas veces hemos cambiado su presencia por cosas pasajeras, olvidando que Él fue el Cordero que fue enviado para salvar nuestra alma, siendo la única forma de ser perdonados y redimidos.
Hoy somos llamados a tomar la copa que representa la sangre de Cristo que fue derramada para remisión de nuestros pecados, por ello nuestra meta siempre debe ser parecernos a Cristo, perdonando a quiénes nos ofenden y dañan como Él nos perdonó.
Celebremos perpetuamente su sacrificio para recordar que Él salvó nuestra vida de la esclavitud y muerte.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (MM)
#MiMetaEsPerdonar
Leave a Reply