Una Fe Resiliente

Resiliencia, es una palabra muy conocida hoy en día. Desde su concepto ambiental, la conocemos como la capacidad de un sistema para recuperar el equilibrio después de haber sufrido una gran perturbación. El psicoanálisis, la define como la capacidad de los seres humanos para superar períodos de dolor emocional y situaciones adversas, saliendo fortalecido de ellas, algunos la deducen como el arte de rehacerse.

La biblia, aunque no menciona la palabra específicamente, nos explica este concepto en el primer capítulo del libro de Santiago, también a través de muchos ejemplos, nos revela el carácter de una persona con una fe resiliente y nos enseña cómo podemos rehacer nuestra fe para que sea resiliente ante cualquier circunstancia. Necesitamos meditar en esto para fortalecer nuestra fe en medio de nuestro proceso y blindarnos ante todo aquello que quiera herirla para debilitarla. Veamos algunos ejemplos:

En el Antiguo Testamento tenemos a José, quien como dicen coloquialmente, resurgió de las cenizas como el ave fénix y con su fe intacta, pues pasó de ser un esclavo preso a ser el gobernador de una poderosa nación. Cuando llegó el momento de encontrarse con aquellos que se encargaron de destrozar su vida, sus propios hermanos, sus palabras reflejan que siempre confío en que su proceso estaba minuciosamente cuidado por Dios. Génesis 45:5: “Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros.”

David, quien tuvo que enfrentarse a diversos enemigos en su vida. El primero y el que más daño le causó, fue él mismo, sus propias debilidades lo llevaron a caer muy bajo y fallarle al Señor; como guerrero enfrentó enemigos poderosos, incluyendo su propio hijo Absalón, fue un hombre de grandes luchas que aprendió a someter sus emociones a Dios para ser fortalecido. 1 Samuel 30: 4-6: “Entonces David y la gente que lo acompañaba lloraron a voz en cuello, hasta que les faltaron las fuerzas. Las dos mujeres de David, Ahinoam jezreelita y Abigail, la que fue mujer de Nabal, el de Carmel, también habían sido llevada cautivas. David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues el alma de todo el pueblo estaba llena de amargura, cada uno por sus hijos y por sus hijas. Pero David halló fortaleza en Jehová, su Dios.”

Una mujer con muchos pecados. No sabemos su nombre, su vida no tenía rumbo, estaba complemente entregada a placeres que dividían su corazón, se encontraba hundida en un foso, sin identidad y completamente perdida en su pecado, hasta que escuchó del Señor y aprendió a dirigir su amor hacia Jesús, no le importó ser menospreciada y juzgada por lanzarse en público a Sus pies para manifestarle cuánto lo amaba. Lucas 7:47 RVR95: “Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; pero aquel a quien se le perdona poco, poco ama.”      

Pablo, luego de ser el mayor perseguidor de los creyentes, su encuentro con el Señor lo transformó para siempre, convirtiéndolo en su más poderoso apóstol. Fue tal su convicción, que soportó castigos, persecución, la cárcel, las murmuraciones y el abandono; pero, fue un hombre que aprendió a hacer de Cristo su mayor y más grande convicción, al punto que nada podía derribar su fe en Aquel que lo salvó. Romanos 8:38-39 RVR95: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados, ni lo presente ni lo por venir, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro.”

Necesitamos tener una fe resiliente, porque sólo aquellos que perseveran con paz en su proceso pueden heredar y disfrutar las promesas de Dios. Lo que nos pasa debe acercarnos, no alejarnos de Dios. Esforcémonos por recuperar nuestro equilibrio que está en Cristo y rehacer nuestra fe, confiando que Dios tiene cuidado de cada detalle de nuestro proceso, sometiendo a él nuestras emociones para ser fortalecidos, poniendo nuestro amor en el lugar correcto, porque donde esta nuestro amor esta nuestra fuerza, que Cristo sea nuestro principal amor y que, sea tal nuestra convicción en Él que nada nos derribe.

A fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.” (Hebreros 6:12 RVR95)

Devocionales Refúgiate en Su Palabra – Casa de Refugio (KMR)

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