Juan 7:37-39 RV1960: “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”
Todos sabemos que en Jesús tenemos llenura, Él es el Pan de Vida, todo el que “coma de su carne y beba de su sangre” no tendrá hambre ni sed jamás; es decir, en Él tenemos una llenura de tal magnitud, que no se compara con la que recibimos cuando comemos y bebemos, ya que ésta es pasajera, porque todos los días sentimos sed y nos da hambre, por ende debemos tomar alimentos e hidratarnos, pero la llenura espiritual nos lleva a la plenitud porque al vivificar el espíritu somos verdaderamente saciados, nuestra alma encuentra gozo, amor, paz, nuestra mente recibe dirección, auténtico discernimiento, entre otras tantas maravillosas cosas que nos da el tener una relación con Jesús, allí nos damos cuenta que es una llenura incomparable.
Todo lo mencionado anteriormente es claro, en Cristo somos beneficiarios de plenitud, de la salvación, la santificación, de ser adoptados como hijos de Dios. Cuando recibimos a Jesús como el Señor y Salvador de nuestra vida, eso es una clara realidad. Sin embargo, la llenura no es exclusiva para nosotros, no es algo egoísta, así como el amor de Dios no lo es, así también Su llenura busca trascender, en las palabras de nuestro Campeón, Jesús, ésta es comparada como un río de agua viva.
Hay cuerpos de agua estáticos y dinámicos. Los estáticos son aquellos cuya agua está estancada y no corre hacia ningún lado, en cambio, los dinámicos son aquellos cuya agua corre de un lugar a otro, y en el camino va nutriendo, permitiendo que muchos seres vivos se hidraten y alimenten de esas aguas.
Así quiere Jesús que seamos, llenos, para que guiados por El Espíritu Santo, bajo su poder e influencia, podamos ser instrumentos en sus manos para que otras personas tengan la misma llenura, es decir, puedan también recibir a Jesús en sus corazones y tener salvación, restauración, sanidad, santificación, el gozo, el amor, la paz de Dios, todas aquellas cosas que tenemos cuando Jesús llega para gobernar nuestra vida.
Damos de lo que tenemos y tendremos esa llenura en la medida que busquemos la presencia de Dios, que decidamos vaciarnos de aquello que no aporte nada bueno y llenarnos de Jesús, de su palabra, teniendo una relación de amistad a diario, menguar para que Jesús crezca y reine en nuestro corazón, negarnos a nosotros mismos y permitirle al Espíritu Santo que siga formando el carácter de Jesús en nosotros, acostumbrarnos a vivir en su presencia, pero no que sea como un hábito más entre otros, sino un verdadero deleite, así veremos cómo el carácter de Jesús se va a reflejar en nuestros pensamientos, en nuestras decisiones, en la manera de actuar, de hablar, de amar y así, llenos de su presencia permitiremos que Él nos use y esa llenura toque la vida de otras personas.
Tenemos un Dios grande en poder, pero mucho más grande en amor, así como un día fuimos tocados porque alguien lleno de Dios nos habló de Cristo, así también nosotros, llenos de su presencia, hablemos a otros de Él, para que se vea el efecto de ese río de agua viva corriendo de nuestro interior y rescatando vidas.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (JENM)
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