Retomando nuestra serie: “Una oración Efectiva”, es preciso resaltar lo mencionado en nuestro Devocional anterior, en cuanto a que una comunicación verdadera con Dios debe ser siempre en doble vía, donde exista una interacción en el rol de emisor y de receptor; un asunto y una agenda clara y definida.
Hoy vamos a ver otra serie de características relacionadas con la acción de comunicar que deben tenerse en cuenta para que la oración sea efectiva, y la primera de estas es el deseo vehemente a comunicarse. Es decir, las ganas de transmitir algo, porque si una de las partes no desea hablar; la comunicación nació muerta. Un ejemplo sencillo es cuando nos subimos a un taxi, y el conductor o pasajero intenta de manera cordial entablar un dialogo sobre: el tráfico, la política, la economía o la canción que se escucha en la radio, pero el interlocutor simplemente no responde, no atiende, no se muestra interesado en conversar; allí de manera inmediata un silencio incómodo y tensionante toma lugar en el vehículo hasta que con un adiós se despide la oportunidad de conocerse. Es por esto que el Cristiano debe tener una intención comunicativa con Dios permanente, eso implica, la búsqueda sincera del rostro del Padre Celestial para alcanzar un dialogo que sacie su deseo de interactuar con su Creador, pues la buena noticia es que Él siempre va a estar esperando por nuestro llamado. Jeremías 29:12-13 “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”
El segundo aspecto fundamental en la oración, o de cualquier otro tipo de comunicación es que esta comprende un ciclo: una introducción, un nudo y un desenlace como mencionaban en la escuela, y para que lo que Dios anhela transmitirnos tenga trascendencia en nosotros debemos estar atentos hasta el final del dialogo, por decirlo de alguna manera, hasta el desenlace del cuento. En repetidas ocasiones iniciamos un dialogo con nuestro Señor, pero sea por cansancio, distracción o falta de tiempo; luego de la introducción, o incluso casi que en el saludo inicial nos quedamos dormidos, nos apresuramos a cerrar la conversación, porque debemos llevar a cabo alguna actividad diferente y dejamos inconclusa la oración y con ello, nuestra porción del día, nuestro alimento; cuando la instrucción divina en Eclesiastés 8:3a es: “No te apresures a irte de su presencia” y esto tiene toda la lógica; si compramos un libro y lo archivamos habiendo leído tan solo las primeras cinco páginas ¿qué pasará? ¿El autor de la vida nos comunicará su mensaje habiéndonos quedado tan solo en la introducción?
Finalmente, podemos como Cristianos ir más allá de la introducción de la oración, pasando por el nudo e inclusive culminamos más allá del desenlace; pero no logramos extraer la esencia de la conversación porque faltó compromiso, siendo éste el tercer aspecto de la comunicación efectiva: el compromiso. Quetanto me comprometo con la instrucción de Dios recibida en oración, ¿qué voy a cambiar en mi vida para agradar al Padre? La comunicación tiene un principio transformador, y es finalmente el que evidencia la calidad de la misma. Volviendo al ejemplo de la literatura, si de aquel libro que leímos su introducción, nudo y desenlace no recordamos nada, ni de qué se trataba, ni qué argumento sostiene; perdimos literalmente el tiempo, así mismo, una oración infructuosa es aquella de la cual no atesoramos la instrucción divina; no retenemos su esencia, ni adoptamos nuevos hábitos en Dios que nos lleven a vivir bajo las leyes de su Reino, sin que podamos disfrutar por tanto la recompensa en Dios de aquella oración. Mateo 6:6 NVI “Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará.”
Señor, gracias porque nos estas guiando a un nuevo nivel de comunicación contigo, ayúdanos por favor a establecer una conversación más profunda, amplia y fluida; llévanos por todas las etapas de la comunicación de la oración hasta comprender tu mensaje, la instrucción que atesorada en nuestro corazón convertiremos con tu ayuda en nuevos hábitos, creciendo así en tu gracia y misericordia. Te lo rogamos Señor, Amén
Devocionales refúgiate en su palabra Casa de Refugio (FJCG)
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