Una oración efectiva (Parte 1)

Es la oración el canal mediante el cual se establece una comunicación con Dios; un ejercicio espiritual tan poderoso, relevante, y a la vez sencillo y práctico que es difícil de explicar. Iniciaremos una serie de devocionales semanales, que, con la ayuda de Dios, nos llevaran a comprender mejor la trascendental importancia de una oración efectiva. Al meditar respecto al tema, recuerdo en mi infancia lo que me fue enseñado en relación a la comunicación, cuando aquella maestra llamada Carlota explicaba las características de una comunicación efectiva; recalcando que su eficiencia o no dependería necesariamente de la intervención de tres factores: un emisor, un receptor y un canal en doble vía que les permita interactuar; bueno, hoy entiendo que, respecto a la comunicación con Dios, ese canal espiritual se llama oración. 

Sin embargo, aun en el plano espiritual, muchas veces y a pesar de existir un agente emisor y uno receptor; el canal llamado oración no resulta ser tan efectivo como lo deseamos, la comunicación parece no fluir con libertad, la conexión no se manifiesta. En tales momentos es definitivamente necesario preguntarnos: ¿por qué no es efectiva mi oración?

Una de las razones por las cuales la oración no es efectiva es porque esta no se manifiesta en doble vía; es decir: pretendo en mi condición cristiana ser el emisor siempre, el que habla y repite pero no escucha, rompiendo con la comunicación que Dios está intentando establecer con nosotros. Mateo 6:7 DHH “Y al orar no repitan ustedes palabras inútiles, como hacen los paganos, que se imaginan que cuanto más hablen más caso les hará Dios” Si realmente anhelamos una oración efectiva debemos ponernos necesariamente en el papel de agente receptor, los que escuchan, permitiéndole a Dios ser el verdadero emisor, el que solo tiene verdades para contarnos, el que nos habla de mil maneras pero que por nuestro ego o desconocimiento no escuchamos. Sí hermanos, Dios nos habla de infinitas formas y ese dialogo en doble vía es el que levanta a otro nivel nuestra oración, porque al recibir su instrucción podemos pedir como conviene, y dejar de levantar peticiones contrarias a la voluntad de Dios, como lo dice Santiago 4:3 RVR “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”.

Debemos recapacitar al respecto, en vista a que en la realidad es muy frecuente que nuestra plática con Dios quede literalmente inconclusa, o peor aún; nunca se dé, ya que rara vez nos préstamos a escuchar la voz de nuestro Padre y eso es literalmente dejarlo con la Palabra en la boca, como si luego de hablar y hablar colgáramos una llamada sin ni siquiera despedirnos.

El segundo aspecto importante de una oración efectiva es tener claro el asunto, el tema de conversación que vamos a traer a la mesa en un diálogo profundo con Dios. Siempre que se reúnen dos personas a hablar lo mínimo que debe existir es una agenda clara, una necesidad o un requerimiento bien definido por tratar, ya que de nada sirve convocar a un diálogo, sea este de doble vía o no, si no tenemos certeza en el asunto a tratar, si no conocemos: el qué, el cómo, el dónde y el cuándo del asunto; llámese este un problema, una alegría, un dolor, un logro, una tristeza o simplemente aquello que mi alma desea para ser feliz; enfocarse en una conversación coherente con Dios es fundamental para que nuestra oración sea efectiva, el Apóstol Pablo dijo en 1 de Corintios 9:26 RVR60 lo siguiente: ‘’Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire” la carrera de la fe tiene un objetivo, no es a la azar, así mismo no se trata de lanzar oraciones al viento más si de desmenuzar con su ayuda el asunto que me acontece; de tenerlo claro, entenderlo  y llevarlo a la práctica acorde a su voluntad a través de una estrategia clara y definida.

Señor, gracias porque nos estas guiando a un nuevo nivel de comunicación, ayúdanos por favor a establecer una conversación más profunda, amplia y fluida contigo, entregamos nuestros oídos y corazón para que sean tus designios los que gobiernen nuestro Ser y nuestra boca, para soltar en tu presencia nuestros sentimientos, dolores y angustias; los anhelos y fracasos, que tu palabra prevalezca y de fruto por siempre en mí. Te lo rogamos Señor, Amén

Devocionales refúgiate en su palabra   Casa de Refugio   (FJCG)

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