1ra Corintios 12:6-7 LBLA: “Y hay diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios el hace todas las cosas en todos. Pero a cada uno se le da manifestación del Espíritu para el bien común”.
No busques que tu relación con Dios sea igual a la de los demás, no esperes que contigo pase lo que pasó con otros y mucho menos busques una imagen de Dios solo de lo que te han contado. Te estarías perdiendo de la relación más importante de tu vida.
Dios nos atrajo a su amor a través de lo que sabía sería lo mejor para que cayéramos a sus pies, y no utilizó lo mismo o de la misma forma con todos. Él conoce nuestras debilidades, pensamientos y dudas, sabe cuáles son nuestras concupiscencias, nos conoce mejor que nadie, pero nosotros, ¿qué tanto conocemos a Jesús?
Construir una relación requiere de tiempo y dedicación, esmerarse por saber del otro, por conocer sus diferentes facetas, compartir momentos especiales, se requiere de muchas conversaciones, experiencias y de darle valor a cada uno de esos momentos.
Así mismo, debemos construir una relación con Dios, de una manera personal, original y genuina, adornada con lo que él ha puesto en cada uno de acuerdo con nuestro llamado y propósito. Por ejemplo, aquellos que ministran a través de la música se relacionan y lo escuchan más fácilmente a través de la alabanza y la adoración. Los intercesores cada vez que entran a la audiencia con el Rey para exponer sus motivos, y seguro los maestros, mientras pasan largas horas en el estudio de la palabra y en la presencia de Dios preparando sus enseñanzas.
Nuestra relación con el Señor se forma en la medida en que lo conocemos y lo escuchamos. A veces solo es necesario una actitud receptiva, humilde y desprevenida para oír su voz, conocer su aroma y aquellos detalles que provienen solo de Él y que llegan como respuesta a esa relación a la que le dedicaste tu tiempo y atención.
Cuando entendemos que nuestro llamado no se parece al de otro, que nuestros dones son particulares y especiales, nuestras armas de guerra responderán a la estrategia creada por Dios. Entendemos que nuestros tiempos de intimidad con él también son únicos, y aprendemos a ver Su manifestación en lo que pone alrededor de nuestra vida, ¡porque eres especial y único para Dios!
Empecemos a construir una relación con el Señor partiendo de esa base, como la haríamos con alguien a quien quisiéramos conocer más y de la que nos quisiéramos enamorar, alguien a quien admiramos y le tenemos profundo agradecimiento. Este puede ser el primer paso para iniciar esa conversación que hemos evadido durante años por no saber cómo comenzarla. Podemos dedicarle momentos especiales a solas, como lo haríamos con un amigo con quien nos queremos tomar un café e indagar sobre sus gustos, su visión de la vida, lo que no le agrada, así poco a poco iremos construyendo una relación de amistad donde vamos a conocer a la Persona más importante en nuestra vida, a Jesús.
“Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. Y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.” (Marcos 15: 37-38 LBLA)
El velo se rompió, Jesús nos dio la oportunidad de acercarnos a Él y al Padre para disfrutar de una relación real, viva y permanente, que nadie nos robe ese regalo recibido con la salvación.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (GVO)
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