Hoy, me detengo a reflexionar sobre lo que realmente significa tener riqueza. En un mundo que valora la acumulación de bienes materiales y la búsqueda constante de más, este versículo me recuerda que la verdadera riqueza no se mide por lo que tengo, sino por quién tengo en mi vida.
Siempre me encuentro constantemente bombardeado con mensajes que me dicen que debo tener más, ganar más y acumular más para ser feliz y exitoso. Sin embargo, este pasaje de Proverbios me enseña una verdad diferente: la paz y el contentamiento que vienen del temor de Dios son mucho más valiosos que cualquier tesoro material.
En mi experiencia, debo reconocer que hace un buen tiempo Dios maneja mi vida económica, no tengo afán por trabajar para hacer dinero o aparentar algo que no quiero ser, porque entendí que esa «riqueza» de la que nos hablan todos los días no me lleva a ningún lado, simplemente yo cumplo con mis obligaciones con Dios y Él ha sido fiel. Cuando pongo mi confianza en Dios y vivo según Sus principios, encuentro una paz que no puede ser comprada con dinero. La ansiedad y la preocupación que a menudo acompañan a la búsqueda de riquezas materiales se disipan cuando recuerdo que Dios es mi proveedor y que Él conoce todas mis necesidades.
Para reflexionar ¿Estoy persiguiendo tesoros terrenales a expensas de mi paz y mi relación con Dios? ¿Estoy permitiendo que el deseo de más cosas materiales perturbe mi tranquilidad y mi comunión con el Señor?
Hoy la invitación es a enfocar nuestros esfuerzos en preocuparnos por buscar la riqueza de verdad que sólo encontramos en Dios.
Devocionales Refúgiate en Su palabra, Casa de Refugio (GJ)
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