Una Sanidad Integral

Mateo 9:1-7 RVR1960: “Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad. Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados. Entonces algunos de los escribas decían dentro de sí: Este blasfema. Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? Porque, ¿qué es más fácil, decir: los pecados te son perdonados, o decir: levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa. Entonces él se levantó y se fue a su casa.”

En este pasaje vemos que había un paralítico que tenía el enorme deseo de ser sanado de su parálisis, esa era su necesidad visible e inmediata, pero en lo primero que Jesús fijó su atención no fue en su necesidad física, sino en su necesidad espiritual, Jesús puso su atención en lo que interiormente llevaba este hombre, por eso lo primero que le dice es que sus pecados sean perdonados y luego si sanó su enfermedad física.

El Señor nos demuestra una vez más que sus pensamientos son más altos que los nuestros y que Él ve mucho más allá de lo que nosotros podemos ver y entender, Él no solamente quiere satisfacer nuestras necesidades básicas, sino darnos una restauración y sanidad completa. El Reino de los Cielos no es comida, ni bebida, sino justicia, paz y gozo, con esto la palabra nos indica que para Dios es mucho más importante nuestra salvación, nuestra sanidad interior, y luego si aquellas cosas materiales de las que Él es consciente que tenemos necesidad.

La prioridad en nuestra vida El Señor la ha determinado, buscar primeramente su Reino y justicia. Así que la sanidad que El Señor nos ofrece es completa, integral, comprende todo lo que somos y tenemos, y no es parcial o por pedazos, sino en todas las áreas de nuestra vida.

Recibamos esa sanidad completa de Dios, cuidémosla, permitiendo que Dios forme su carácter en nosotros a través de su Santo Espíritu, quitando aquello que no conviene de cada área de nuestras vidas y añadiendo aquello que nos va a permitir ser como Él quiere que seamos.

¡Qué tremendo privilegio!, una sanidad integral a la que tenemos acceso, la cual es inmerecida, pero que por amor y gracia de Dios podemos tenerla. No la dejemos pasar, ¡apropiémonos de ella!

Devocionales refúgiate en su palabra, Casa de Refugio (JENM)

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