“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gálatas 2:20 RVRV95)
Dios nos ha manifestado su grande amor, enviándonos a su único Hijo para participar de su misma vida y Espíritu, de tal forma que podamos continuar su obra salvadora en el mundo. Nuestro mayor anhelo después de sabernos salvos por Fe y por Gracia en Cristo Jesús, debe ser respirar su presencia cada segundo, habitar en su divinidad y ser llenos de la plenitud de su Gloria. Es por eso que muchas veces necesitamos ser transformados, morir a nosotros mismos y esto es un proceso bastante doloroso, pero acá lo importante es que cada día nuestro carácter sea forjado por el poder del Espíritu para que podamos ser perfeccionados y moldeados a la voluntad divina de nuestro Salvador, aquel que murió por nosotros en la cruz y resucitó al tercer día, en quien tenemos vida y un propósito celestial.
Cuando aceptamos a Cristo, como nuestro Padre, Creador y nuestro Salvador, debemos procurar en vivir como Cristo vivió y obviamente no podemos cumplir este propósito si su Santo Espíritu no mora en nuestro espíritu. Por eso nuestro clamor diariamente debe ser: ¡Quiero ser uno contigo Jesús! “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.” (Juan 14:23 RV1960).
¡Amados! Procuremos estar conectados con Jesús todo el tiempo y ser uno solo con él, para recibir el alimento que nos conserve fuertes y dando de esa manera fruto bueno, manteniéndonos en su luz admirable, alejados de las Tinieblas, confiando que el Espíritu Santo nos consolará y nos inyectará el poder necesario para levantarnos y poder continuar.
Una experiencia genuina con Jesús, permite que nazca en nosotros un gran anhelo de obedecerle y de serle fiel, por eso brota el deseo de sumergimos en su Palabra y de buscar su presencia en oración cada día. La ley del mundo trae castigo severo, pero la vida con Jesús nos libera de la condenación, no importa cuán grandes sean los errores cometidos en el pasado, cuando Dios con su divina gracia decide perdonar nuestros pecados, él concede un perdón completo, ofreciéndonos un comienzo lleno de vida abundante, dándonos la esperanza para la eternidad con él y la presencia del Espíritu Santo. Nuestro objetivo principal como Creyentes es VIVIR PARA LA GLORIA DE DIOS, llevar su presencia y amor donde quiera que vayamos.
“Hagan todo lo posible por mantenerse unidos en el Espíritu y enlazados mediante la paz. Pues hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, tal como ustedes fueron llamados a una misma esperanza gloriosa para el futuro. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, quien está sobre todos, en todos y vive por medio de todos.” (Efesios 4:3-6 RVRV1960)
Tiempo de Hablar con Dios: Padre Eterno, quiero adorarte solo a ti, quiero ser uno contigo. Enlaza mi corazón al tuyo y coloca tu verdad en lo profundo de mí, no sólo quiero saber de ti y tu Palabra, quiero tener el deseo de abandonar el pecado y así tu Palabra seguir, anhelo ser uno solo contigo mi Jesús. ¡AMÉN!
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (JCRR)
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