Una palabra final: sean fuertes en el Señor y en su gran poder. Pónganse toda la armadura de Dios para poder mantenerse firmes contra todas las estrategias del diablo. Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales. Por lo tanto, pónganse todas las piezas de la armadura de Dios para poder resistir al enemigo en el tiempo del mal. Así, después de la batalla, todavía seguirán de pie, firmes. Defiendan su posición, poniéndose el cinturón de la verdad y la coraza de la justicia de Dios. Pónganse como calzado la paz que proviene de la Buena Noticia a fin de estar completamente preparados. Además de todo eso, levanten el escudo de la fe para detener las flechas encendidas del diablo. Pónganse la salvación como casco y tomen la espada del Espíritu, la cual es la palabra de Dios.” Efesios 6:10-17 NTV
Efesios 6 es un capítulo conocido comúnmente por hablarnos de la armadura de Dios, sin embargo, para un mayor entendimiento de esta armadura, es recomendable ir a los capítulos anteriores y notar que el apóstol Pablo desde el capítulo 1 hasta el 6, nos lleva progresivamente a un tema principal del libro: madurez, aquella que debemos procurar como iglesia, para vivir en victoria en un mundo caído.
En el capítulo 1 el apóstol nos recuerda las bendiciones que tenemos como creyentes en Cristo, en el 2 nos llama a vivir como es digno de nuestro Señor Jesús; en el capítulo 3 nos revela la encomienda glorioso que tenemos como iglesia; en el 4 nos exhorta a la unidad y a vivir en luz, en el 5 nos introduce en el manejo de las relaciones, hasta aterrizarnos en el capítulo 6, donde encontramos la armadura de Dios para librar con éxito nuestras batallas en el mundo espiritual.
Seguro notas que del capítulo 1 al 5 el centro de todo es CRISTO y al llegar al 6 sigue siendo CRISTO. De hecho, cada parte de la armadura, nos revela a Cristo: Él es nuestra verdad, nuestra justicia, las buenas nuevas que compartimos son Cristo muerto y resucitado, nuestra fe se fundamenta en Él, Jesús es nuestro salvador y toda la palabra de Dios nos muestra Su obra redentora.
Ahora, es claro que la armadura nos traslada a un contexto de guerra, de victorias y pérdidas, de vida y muerte. Por esto, debemos considerar que ningún soldado va a la guerra con un fusil que no sabe usar, o mejor aún, que ni siquiera puede cargar, un soldado primero debe contar con un entrenamiento profundo que lo prepara para librar sus batallas. Así que, antes de usar la armadura de Dios, que fija nuestra mirada en Cristo desde cualquier ángulo, debemos pasar por un proceso exhaustivo de preparación que el apóstol nos enseña del capítulo 1 al 5. Tu entrenamiento en el uso de la armadura es lo verdaderamente importante, el proceso, el trato. Esas jornadas de ayuno de renuncia, de dar, de servir, de madrugar y vigilar, de interceder, de perdonar, de someter, etc., son esenciales para la adecuada preparación (madurez) del soldado de Cristo. De lo contrario, sin asomo de duda, correrás el riesgo de perder tus batallas o de salir herido de ellas, o quizá termines golpeando al otro con la espada del Espíritu, o dándole fuetazos con el cinturón de la verdad, o comenzando a usar el yelmo de salvación para creerte muy inteligente y superior a los demás, o peor aún, es posible que te sientas tentado a retroceder o retirarte del campo de batalla porque este equipaje te pesa mucho.
Amado y amada, Cristo mismo es tu armadura y tu caminar continuo con Él, es el entrenamiento que necesitas para madurar y salir a ganar todas tus batallas.
Devocionales refúgiate en Su palabra, Casa de Refugio MP
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